Esoj siempre tenía una sonrisa en su rostro, cuenta la historia que en su pueblo era muy querido por todas las personas, siempre estaba dispuesto ayudar a quién lo necesitara sin fijarse en quién era ni esperar nada a cambio. La vida siguió su curso normal y Esoj dejó atrás la niñez, en su haber se cuentan innumerables recuerdos de todas aquellas acciones que marcaron huella en el pueblo.
Decía mi abuela que la abuela de su abuela lo conoció, que rescató ancianitas en medio de las tormentas, peleó con dragones y ganó, y hasta inventó los ataques de risa para alegrar al más triste.
Según esta leyenda, Esoj solía ver al cielo, gustaba admirar las estrellas, en aquel entonces las mejores estrellas de todo planeta se reunían en el cielo del pueblo para hacer de éste el más hermoso de todos. Noche tras noche se dormía pensando cuan hermosa era la vida, que tenían las mejores estrellas del planeta y que los dragones nunca se acercarían a su amado pueblo.
Ocurrió una noche, que entre todas las estrellas una desapareció del cielo, la noticia como llevada por el viento se escurrió en cada casa, en la mañana siguiente el tema de conversación era la estrella perdida. Ni lento ni perezoso, Esoj que no podía ver la tristeza en el rostro de los niños, tomó la decisión de ir en busca y nunca regresar si no era con la estrella. No era una decisión fácil, nunca lo fue, abandonar el pueblo significaba dejar todo aquello a lo cual estaba acostumbrado, su gente, sus costumbres, sus estrellas, su papel de superhéroe, pero quizás, solo quizás después de semejante hazaña podría aprender algo que no sabía, ir más allá de la frontera del pueblo.
La estrella valía la pena, así que partió para una gran aventura hacia lo desconocido. No se sabe cuantos días pasaron, Esoj seguía buscando la estrella con afán, poco a poco se fue alejando de su tierra, de su gente, de sus estrellas, hasta darse cuenta que se había perdido. En el camino se distrajo con todas las cosas, lugares y gente que iba conociendo, se fue olvidando del objetivo por el cual salió.
Una noche, cansado del viaje, recostado bajo un árbol miró al cielo y en la oscuridad de la noche se dió cuenta había estado bajo las estrellas todo el tiempo, pero no eran sus estrellas, estaban cambiaban de cuando en vez, ni brillaban todas igual. Ninguna era la que andaba buscando.
El tiempo dejó huella en Esoj, a punto de rendirse, una mañana llegó a la entrada de un pueblo, le parecía familiar, pero los años ya le habían reclamado cada uno de sus 5 sentidos, cansado del viaje, se acercó a tomar agua al pozo ubicado al centro de la plaza, su rostro se vió reflejado en el agua, mientras tomaba se acercó un niño para prestarle su ayuda. Esoj orgulloso de haber peleado y derrotado dragones no necesitaba ayuda a pesar de su edad, te contaré una historia le dijo al niño mientras comenzaba a narrar sus aventuras.
Al terminar, el niño escuchaba atentamente al viejo, "sabe señor, esa historia ya me la sabía, solo que nunca había escuchado esa versión, dice mi abuelita que hace tiempo en nuestra familia vivió alguien que fue muy querido por todos, lo amaban tanto que le construían dragones para que peleara con ellos y los derrotara, que le hacían tormentas y jugaban a rescatar ancianitas y hasta le pintaron un cielo lleno de estrellas para que las contemplara de noche, todo porque lo amaban tanto que la felicidad de todos era ver en él una gran sonrisa"
Definitivamente José, muchas veces creemos que nosotros ayudamos a las personas y mas no sabemos que ellos nos ayudan a nosotros
ResponderEliminarEso se ve claramente cuando nosotros ayudamos al prójimo, le damos de comer al hambriento, de vestir al desnudo, amor al sin amor. Podemos creer que solamente nosotros somos los que damos, y sin darnos cuenta nos pueden dar muchisimo mas de lo que nosotros a ellos.