Era un noche fría, al rededor de las 6 de la tarde del 9 de marzo de 1886, caminando de regreso a su casa, su sobrino Gastón de 25 años, con quien llevaba una cordial relación, le disparó con un revólver sin razones claras, la primera bala le erró, pero la segunda le hirió en la pierna izquierda, provocándole una cojera de la que no se recuperaría. El incidente fue ocultado por la prensa y Gastón pasó el resto de su vida en un manicomio. Este hecho marcaría el final de uno de mis escritores favoritos durante la infancia: Julio Verne.
Verne tomaba un papel de mala calidad probablemente, pero hizo que se transformaran en obras maestras. Jamás fue a la luna, mucho menos al centro de la tierra y tampoco vió un submarino, sólo sabía utilizar muy bien uno de los regalos de Dios para el hombre: la imaginación.
Lo he visto desde hace mucho tiempo, en la mayoría de personas predomina la importación a la exportación de ideas, valores, cultura, etc., a menor escala en un niño calcando un dibujo en lugar de arriesgarse hacer el suyo, en compañeros y el copy paste con las tareas de la universidad por comodidad, a mediana escala con las televisoras de mi país emulando programas del exterior [y mal por cierto], en la adaptación de las modas y costumbres ajenas , hasta hechos mas grandes como la imitación de modelos de gobierno y negocios en las sociedades.
Afortunadamente no todas personas piensan así, están quienes quisieron marcar la diferencia y gracias a eso existen ahora la imprenta, el automovil, la computadora, la luz eléctrica y el aguinaldo. No tenemos que inventar maravillas, pero podemos usar los regalos de Dios: inspirando a los demás hacer lo correcto por ejemplo cuidando el medio ambiente, inventando formas de sorprender a tu pareja, educando a tus hijos con creatividad y no dejando que sea la televisión que lo haga, tomando decisiones inteligentemente apoyándose de Dios Como siempre lo he creído, pequeños detalles que juntos logran uno grande, suma todos esos momentos en que marcas la diferencia y al final ten por seguro que habrás aprovechado los regalos de Dios, y no digas que tú no tienes, que llegaste tarde o cualquier otra excusa, porque Él es el dueño del tiempo, es justo y te ama, de seguro tienes más que yo que me atrevo a escribir y no te has dado cuenta.
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