Don Tulio


Don Tulio, él nunca falta al estadio cada vez que su amado equipo juega de local, tiene todas las camisas desde que fue creado allá por mil novecientos y tantos, su favorita es la blanca con rayas azules, preguntarle sobre la historia del equipo es un suicido, se la sabe toda y te cuenta que en el barrio se inicio el equipo con un par de amigos suyos. Antes solía jugar pero se lesionó en un partido y nunca más volvió a la cancha más que para mostrar su apoyo.
"Que buenos tiempos aquellos..." comienza diciendo, mientras narra a todo aquel con ganas de escucharle, hubo una gran época donde aparecieron los mejores jugadores que vistieron la camisa con orgullo, el equipo fue de los mejores y en la zona no hay otro ni lo habrá igual ni parecido, estuvo en tres finales seguidas llegando invicto en todo el torneo, ganó dos, la otra es mejor no mencionarla, "fue un robo", "el arbitro estaba vendido", por salud mental mejor ni se recuerda. Después no hubo pisto así que el equipo lo tomaron unos señores que no le hicieron nada bien y se fue a segunda categoría
Don Tulio pasea por las calles del pintoresco pueblecito, su oficio luego de su momento de gloria como jugador han sido las hamacas, muy tempranito se le ve en el corredor de su casa entretejiendo hilos de colores para salir por las tardes a comercializar su producto. Sus piernas no le dan para ir más lejos, "otros pueblos son mejores" dice, recordando sus años mozos donde no se perdía las fiestas patronales de tierras vecinas. Sus hijos, hace años que le abandonaron, no hechos para la vida de pueblo se fueron buscando suerte sin importarle dejar al pobre viejo, "cuando hace frío viera como me duele la pierna, la luna llena también es mala para la reuma" se lamenta don Tulio mientras hace una parada en el parque.
A las 5 de la tarde se le ve subir lentamente por la calle de tierra, alejándose hacia su casita humilde, le acompañan los años y su Tutifruti, un perro que atropelló un bus hacía unos años y él había curado y cuidado. "Antes me esperaba mi viejita al llegar a casa, ahora ya está con Papa Chus, ella también sufría de artritis pero me tenía el cafecito bien calie...." y ahí las lágrimas se le escapan de los negros ojos que se pierden con la noche.
"Uno piensa que siempre va ser bicho, y no es así, fíjese que menos mal yo usé la cabeza cuando estaba como usted, con el dinerito que ganaba como jugador me compré este terrenito, era más grande pero por las enfermedades fuimos vendiendo por pedazos, hasta allá llegaba, se fija donde está aquella tienda, desde ahí hasta aquellos palos de mango era.  Usted vaya haciendo lo mismo, no espere estar viejo para hacer las cosas, la juventud de ahora no piensa con la cabeza y solo quejándose viven, a mi me pueden decir que la vida me trato mal al verme enfermo, abandonado por mis hijos y solito, pero yo les digo a todos que no, que vean las cosas buenas que Diosito le da a uno, yo tuve una mujercita a mi lado casi toda mi vida, vi crecer a mis hijos, nunca me han faltado amigos que me ayudan, en las mañanas soy el primero en disfrutar del sol  y en las tardes no salgo a vender hamacas, las saco a pasear, solo que algunas deciden quedarse con otras gentes porque no quieren regresar a esta casita humilde."

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