No es fácil salir de la zona de comodidad, por qué cambiar cuando las cosas parecen estar bien y sobre todo teniendo en cuenta que salir significará dar más de lo que ahorita haces, piensas o sientes.
Contaba mi abuelita cuando era niño (seguramente para que me estuviera quieto), porque dicen las malas lenguas que de niño fui bien pero bien hiperactivo y debían buscar distintas maneras para entretenerme. Decía ella que hace muchos años a un tipo se le ocurrió salir de la zona de comodidad en la que se encontraba e ir en busca de algo mejor, no sabía qué o cómo sería pero tenía la fe para creer en una vida mejor más allá de lo que conocía. Pues al susodicho emprendedor quiso emigrar y se le ocurrió además no irse solito, para variar era de los que hacen las cosas en grupo, así fue como le comentó la idea a todos su familiares, amigos, vecinos y hasta la chusma haciendo correr el plan por toda el pueblo. Como era de esperarse al principio no le hicieron caso, es más nadie a excepción de sus hermanos nadie más le siguió la corriente.
"Este Moisés está loco", "si aquí tenemos wi-fi gratis", "a la vuelta de la esquina esta metrogangas", "allá no voy a ver a carmelo", "aquí tengo mi trabajito", "el poco pistillo hay que cuidarlo", "ya tengo mi clientela todas las tardes","el colegio de mis hijos está cerca"...... se generaron tantos comentarios en contra del plan y de Moisés mismo como para desilusionar a cualquiera, pero claro él era un visionario y algo así no podía detenerlo.
Continuaba mi abuelita, Esoj era uno de los muchos que no querían moverse, "aquí nací, aquí voy a morir" decía, tenía un negocio de carpintería, de vez en cuando le pedían hacer una mesa, una silla, en realidad la demanda era poca, María su esposa, quería irse, pero Esoj argumentaba: "yo soy carpintero, que voy hacer si nos vamos, la gente en el camino no va necesitar de mis servicios, y dicen que vamos a pasar por un desierto, ahí ni madera hay, y sin madera como trabajo". María en cambio tenía un plan, ir por el desierto para ella era una oportunidad y no una dificultad, desde que escuchó la noticia empezó ahorrar para comprarse una maquinita para hacer licuados, era una de esas últimas que se autorecargan, la mujer tenía una visión "la gente tendrá calor y ahí estaré yo para refrescarlos".
Al igual que Esoj, mucha gente pensaba igual y no es que estuvieran bien del todo, simplemente tenían miedo de ver que hay más allá de lo conocido. Marta no se iría, su esposo se iba quedar ya que aquí tenía trabajo seguro, mal pagado pero lo tenía, a pesar que la golpeaba su esposo y en un par de ocasiones también a sus hijos, ella seguiría donde estuviera su marido. Juan por su parte, obligado por sus padres pudo sacar un técnico en contaduría, sus amigos cercanos hacía ratos que se graduaron de la universidad y le incitaban hacer lo mismo, pero Juan estaba conforme con su horario de trabajo que había conseguido en el almacén del pueblo.
Sucedió que el alcalde puso dos ordenanzas, se iba penar con 10 años de cárcel a todo aquel que talara árboles pues ya quedaban pocos y se tenían que proteger y la segunda, todo aquel que siguiera a Moisés no podría regresar al pueblo. Esoj recibió un trabajito de los buenos, Moisés el que pensaba emigrar con todos sus conocidos, le pidió hacerle un par de cajones donde guardar las cosas que llevarían en el viaje. Esoj no tenía madera pero no podía darse el lujo de desperdiciar dicha oportunidad así que convenció a su amigo por un par de billetes para ir a talar la madera que necesitaba. Esoj volvió con la madera para hacer el trabajo, el amigo se fue a embriagar para después como era costumbre, golpear a su esposa, Marta. A los pocos días la policía llegó a casa de Esoj, lo buscaban por la corta de árboles, su amigo lo había delatado luego que lo capturan al ser denunciado por un vecino con el cargo de violencia familiar.
Lucrecia era muy alegre, siempre ayudaba a los demás, una tarde recibió la noticia, el puesto era suyo, había sido seleccionada a pesar que recién había terminado la carrera como la administradora en la empresa de Moisés. En ese puesto ella tenía libertad para elegir a sus subordinados, la primera persona en quien pensó fue en su novio, pero Juan se sintió ofendido y se escondió en la excusa que no podía pedir mejor trabajo que el suyo, en el fondo se sentía enojado por el mejor trabajo de su novia.
Con Esoj en prisión, María, su hija Lucrecia y su hijo Esoj Jr. y por supuesto su comadre Marta, compraron la máquina para los licuados que usarían en el viaje y entonces...........
No recuerdo como termina la historia, siempre me quedaba dormido a medio camino :D al fin y al cabo esa era la idea de mi abuelita para calmarme lo hiperactivo. Lo que recuerdo bien es como la idea loca de Moisés desde donde se mire, es una reflexión de nuestra vida, ya lo he dicho en varias ocasiones, no podemos elegir con que situaciones nos vamos enfrentar, pero si podemos elegir como las vamos afrontar cuando aparezcan. Creo que problemas siempre vamos a tener, de distintos tipo y magnitudes y es nuestra decisión si nos quedamos estancados o los vemos como oportunidades del cual al menos algo tenemos que aprender. Finalmente, si sabemos que problemas siempre habrán, al menos atrevámonos a ver que hay más allá de lo que conocemos, podría ser que te estés perdiendo la casa, las vacaciones, la familia, el trabajo, la empresa [ponga lo que se le ocurra aquí] de tus sueños por estar conforme contigo mismo.
Continuaba mi abuelita, Esoj era uno de los muchos que no querían moverse, "aquí nací, aquí voy a morir" decía, tenía un negocio de carpintería, de vez en cuando le pedían hacer una mesa, una silla, en realidad la demanda era poca, María su esposa, quería irse, pero Esoj argumentaba: "yo soy carpintero, que voy hacer si nos vamos, la gente en el camino no va necesitar de mis servicios, y dicen que vamos a pasar por un desierto, ahí ni madera hay, y sin madera como trabajo". María en cambio tenía un plan, ir por el desierto para ella era una oportunidad y no una dificultad, desde que escuchó la noticia empezó ahorrar para comprarse una maquinita para hacer licuados, era una de esas últimas que se autorecargan, la mujer tenía una visión "la gente tendrá calor y ahí estaré yo para refrescarlos".
Al igual que Esoj, mucha gente pensaba igual y no es que estuvieran bien del todo, simplemente tenían miedo de ver que hay más allá de lo conocido. Marta no se iría, su esposo se iba quedar ya que aquí tenía trabajo seguro, mal pagado pero lo tenía, a pesar que la golpeaba su esposo y en un par de ocasiones también a sus hijos, ella seguiría donde estuviera su marido. Juan por su parte, obligado por sus padres pudo sacar un técnico en contaduría, sus amigos cercanos hacía ratos que se graduaron de la universidad y le incitaban hacer lo mismo, pero Juan estaba conforme con su horario de trabajo que había conseguido en el almacén del pueblo.
Sucedió que el alcalde puso dos ordenanzas, se iba penar con 10 años de cárcel a todo aquel que talara árboles pues ya quedaban pocos y se tenían que proteger y la segunda, todo aquel que siguiera a Moisés no podría regresar al pueblo. Esoj recibió un trabajito de los buenos, Moisés el que pensaba emigrar con todos sus conocidos, le pidió hacerle un par de cajones donde guardar las cosas que llevarían en el viaje. Esoj no tenía madera pero no podía darse el lujo de desperdiciar dicha oportunidad así que convenció a su amigo por un par de billetes para ir a talar la madera que necesitaba. Esoj volvió con la madera para hacer el trabajo, el amigo se fue a embriagar para después como era costumbre, golpear a su esposa, Marta. A los pocos días la policía llegó a casa de Esoj, lo buscaban por la corta de árboles, su amigo lo había delatado luego que lo capturan al ser denunciado por un vecino con el cargo de violencia familiar.
Lucrecia era muy alegre, siempre ayudaba a los demás, una tarde recibió la noticia, el puesto era suyo, había sido seleccionada a pesar que recién había terminado la carrera como la administradora en la empresa de Moisés. En ese puesto ella tenía libertad para elegir a sus subordinados, la primera persona en quien pensó fue en su novio, pero Juan se sintió ofendido y se escondió en la excusa que no podía pedir mejor trabajo que el suyo, en el fondo se sentía enojado por el mejor trabajo de su novia.
Con Esoj en prisión, María, su hija Lucrecia y su hijo Esoj Jr. y por supuesto su comadre Marta, compraron la máquina para los licuados que usarían en el viaje y entonces...........
No recuerdo como termina la historia, siempre me quedaba dormido a medio camino :D al fin y al cabo esa era la idea de mi abuelita para calmarme lo hiperactivo. Lo que recuerdo bien es como la idea loca de Moisés desde donde se mire, es una reflexión de nuestra vida, ya lo he dicho en varias ocasiones, no podemos elegir con que situaciones nos vamos enfrentar, pero si podemos elegir como las vamos afrontar cuando aparezcan. Creo que problemas siempre vamos a tener, de distintos tipo y magnitudes y es nuestra decisión si nos quedamos estancados o los vemos como oportunidades del cual al menos algo tenemos que aprender. Finalmente, si sabemos que problemas siempre habrán, al menos atrevámonos a ver que hay más allá de lo que conocemos, podría ser que te estés perdiendo la casa, las vacaciones, la familia, el trabajo, la empresa [ponga lo que se le ocurra aquí] de tus sueños por estar conforme contigo mismo.
jaja un poco contradictorio con la entrada anterior :p.
ResponderEliminarSiendo honestos cuesta mucho desligarse de las costumbres, de salir todas las mañanas a la misma hora, tomar el mismo bus y caminar lo mismo cada mañana, pedir lo mismo en un restaurante (porque es lo que me gusta y no vaya a ser que no me guste algo más)es muy muy difícil, en algún momento de la vida se debe tomar ese paso y enfrentarse a cosas nuevas, a mí aún me da miedo seguir a Moisés... trabajo en tener el valor y la confianza suficiente para cuando sea hora de partir ;)